Dual spinal surgery Chen surgery wide shot

Dra. Lorena Gonzalez: Una doctora que fue paciente

La Dra. Lorena Gonzalez, una de las cirujanas especialistas en cáncer de seno más nuevas de City of Hope, tiene una forma especial de calmar a las pacientes que tienen miedo.
 
Básicamente se señala a sí misma.
 
Lorena Gonzalez - GME

Lorena Gonzalez, M.D.

“Si les preocupa perder su cabello por la quimioterapia”, explica, “simplemente tomo el mío y lo jalo. ‘¿Ven?’, les digo, ‘¡El mío volvió a crecer!’. Si tienen miedo de que la cirugía las desfigure, les pido que me miren bien. ¿Me veo desfigurada?”.”
 
Sí, ella misma ha pasado por todo: la quimioterapia, la cirugía, la radiación y más; es una parte de su vida que le ayuda a conectarse profundamente a nivel personal con sus pacientes.
 
“Lorena tiene algo especial”, explica la Dra. Laura Kruper, M.D., jefa de la División de Cirugía Mamaria. “Es muy cálida, afectuosa, sensible, empática y enfocada. Estamos muy agradecidos por tenerla con nosotros y que aporte su experiencia. Nos abre un poco más los ojos”.
 
Hablando sobre abrir los ojos. La batalla personal de la Dra. Gonzalez contra el cáncer hizo mucho más que mejorar su trato con los pacientes.
 
Es la verdadera razón por la que se convirtió en cirujana especialista en cáncer de seno.
 
No era el plan original.
 
Sabía que quería ser doctora desde que era pequeña. En la facultad de medicina se inclinó hacia la cirugía vascular por su planificación detallada y sus técnicas ultrameticulosas. Le gustaba tratar a los pacientes que tenían diabetes, cardiopatías y otras enfermedades, empleando estrategias quirúrgicas precisas que salvan vidas (¡y órganos!).
 
Gonzalez pasó cinco años construyendo una reputación como cirujana vascular académica en Syracuse, New York. Publicó trabajos e integró comités. Tenía 37 años, era una estrella en ascenso y junto a su esposo, Blas Ruiz, planeaban comenzar a formar una familia. Todo iba bien.
 
Pero todo cambió de forma abrupta e inesperada.
 
“Me encontraba en Texas para hacer una presentación en la Reunión Anual de la Asociación de Cirujanos Vasculares”, recuerda. La mañana de su presentación recuerda que “estaba practicando en mi cabeza. Pero luego, en la ducha, sentí un bulto en mi axila y una masa en mi seno”.
 
Hizo su presentación y se apresuró a regresar a casa. No tardó mucho en recibir la mala noticia: cáncer de seno triple negativo, estadio 2B.
 
“Estaba completamente sorprendida, anonadada. Mi mente iba a toda velocidad”, recuerda. “Nunca me lo imaginé”.
 
Las sorpresas no cesaban.
 
Las pruebas genéticas revelaron que la Dra. Gonzalez había heredado la mutación del BRCA1, lo cual significa que tiene un riesgo extremadamente alto de tener cáncer de mama y de ovario. La noticia la sorprendió y la asustó.
 
“Solo tenía algunos familiares lejanos con cáncer pero eran de edad bastante más avanzada”, dijo.
 
Gonzalez no podía imaginarse que le apareciera más cáncer. Decidió combatirlo agresivamente, comenzando de inmediato con la quimioterapia y una mastectomía bilateral (“¡Ni se cuestiona!”, insiste), seguida de la extirpación de los ovarios antes de los 40 años (como recomiendan las pautas de la National Comprehensive Cancer Network).
 
Gonzalez y su esposo tomaron otra decisión. Antes de comenzar el tratamiento, “guardaron en el banco” algunos embriones. Por si acaso.
 

Cambio de planes

Y en ese momento es cuando la exitosa cirujana vascular comenzó a pensar en tomar una nueva dirección.
 
Estaba tan impresionada con la atención oncológica que recibió en su centro local en Syracuse que inocentemente pensó “Esta debe ser la atención estándar para todas las mujeres, en todos lados, ¿no?”. Los colegas le dijeron las cosas como son. Le explicaron que hay demasiadas brechas. Hay demasiadas pacientes que no pueden recibir mamografías o pruebas genéticas ni beneficiarse de las técnicas y tecnologías de vanguardia.
 
Eso fue suficiente.
 
“Quizás”, pensó, “Puedo ayudar a cerrar esa brecha”.
 
Eso, de hecho, significaría comenzar de nuevo. Dejar de lado su acelerada vida como cirujana vascular para convertirse una vez más en estudiante, estudiando junto a médicos recién graduados de la facultad de medicina diez años más jóvenes que ella. ¿Podría lograrlo? ¿Valía la pena?
 
Se lo preguntó a muchas personas. La respuesta que la convenció vino de la Dra. Patricia Newman, la primera presidenta mujer del Colegio Americano de Cirujanos.
 
“Todavía hay mucho trabajo por hacer”, le dijo a Gonzalez. “Y todavía eres lo suficientemente joven como para lograr un impacto”.
 
Se metió de lleno y solicitó becas en todas partes para especializarse en cáncer de seno. La mayoría de los programas la eludieron, no conformes con su formación fuera de lo normal.
 
City of Hope, sin embargo, la volvió a llamar. City of Hope se especializa en lo fuera de lo normal.
 
“Tendemos a elegir candidatos que tienen una historia”, dijo Kruper, agregando que la mayoría de los postulantes que habitualmente se presentan tienen excelentes currículums; el truco es buscar gente que se destaque. Gonzalez la impresionó de inmediato.
 
“Las personas se involucran con la cirugía de cáncer de mama por muchos motivos, algunos de ellos son muy personales”, dijo la Dra. Veronica C. Jones, profesora clínica adjunta en la División de Cirugía Mamaria, explicando por qué Gonzalez fue aceptada. “No muchos postulantes son sobrevivientes, pero conozco personas a las que la enfermedad les cambió la vida”.
 
“Cuando la elegimos, lo supimos”.
 
“Por unanimidad”, repitió Kruper, “sabíamos que era especial”.
 
Ingresar era una cosa. Tener éxito sería mas difícil. Aprender nuevas destrezas. Desaprender viejas técnicas (la cirugía de mama y la cirugía vascular son muy diferentes; ser experto en una no garantiza ser experto en la otra. Sin lugar a dudas, Gonzalez lo hizo a la perfección). Sin mencionar el estrés adicional del desarraigo de la costa este y mudarse a California. ¿Y recuerdan aquellos embriones? Antes de irse a Syracuse, Gonzalez se sometió a un procedimiento de fertilización in vitro. Para el momento en que llegó a Duarte para la beca de un año estaba embarazada. Dio a luz a un niño saludable en febrero de 2020.
 

La perspectiva del sobreviviente

Y encima de todo, el antiguo temor volvió a aparecer. A medida que comenzó a tratar pacientes con cáncer de seno, muchas en peor estado de lo que ella estuvo, Gonzalez comenzó a preocuparse, “¿y si me vuelve a suceder?”.
 
Todo fue abrumador. Kruper y Jones la calmaron y la ayudaron a controlarse. “Me hicieron reaccionar. Todos fueron muy buenos conmigo”, recuerda Gonzalez. Le fue tan bien que City of Hope la contrató de inmediato.
 
Ser una paciente de cáncer le dio a Gonzalez una nueva profesión y una nueva forma de ver la relación entro médicos y pacientes, basada en algunas verdades absolutas.
 
“Primero”, dice, “reconocer siempre cuán fundamental es la autonomía de las pacientes. Su mundo se da vuelta. Necesitan tener el control. Siempre deben ser partícipes del proceso de toma de decisiones. ¡Y debemos recordar que la calidad de vida es importante!”
 
“Segundo, darse cuenta de que no solo se trata de los médicos, sino que también del personal de apoyo. Los enfermeros de infusión que me atendieron tenían la paciencia de un santo. ¡No sabía lo importante que son!”.
 
Más importante aún, dice, no permitir que las pacientes se definan a sí mismas por la enfermedad. Ayudarlas a comprender. El cabello VOLVERÁ a crecer. La cirugía plástica hará que VUELVAN a sentirse completas. Podrán regresar a su vida normal.
 
¿Y si tienen miedo de nunca poder tener hijos?
 
Bueno...
 
Ahora Gonzalez simplemente puede sacar la fotografía de su hijo que nació en febrero de 2020.
 
“Aquí tienes”, podría decir. “¡Míralo!”.